El 24 de enero, llegó Guille con su familia y la camioneta arreglada a Fiambalá. Habían terminado cambiando el semieje completo y el precap y un extremo de dirección.
El arreglo se terminó el lunes 23 en San Juan, y el grupo se reunió el martes 24 para compartir una tarde de termas y prepararse para unos días de aventura en la altura de la cordillera Catamarqueña.
En la mañana del 25, salimos temprano por la RN60 y antes de llegar a Gendarmería, nos adentramos hacia el noroeste, rumbo al volcán Bertrand.
Los paisajes ya conocidos por los integrantes del grupo no dejan de fascinarlos por los hermosos colores y formas.
Bajamos del borde del cráter y con la cima del volcán Peinado de vigía, nos vamos acercando al volcán El Cóndor, para sumergirnos en una gran depresión que alberga a las lagunas Cóndor y Amarga.
En el recorrido hacia esas lagunas nos encontramos con otras temporales, pero no por eso menos bellas.
Después de una tremenda bajada, que por su inclinación y terreno blando se torna imposible de subir, enfilamos a las lagunas Cóndor y Amarga, las cuales están separadas por un istmo y tienen dos colores completamente diferentes y bellísimos.
Dejamos las lagunas atrás y con el volcán El Condor a nuestra izquierda y El Peinado a nuestras espaldas, encaramos al oeste, rumbo al volcán Laguna Escondida, detrás del cual, pasando por el abra escondida, llegaríamos a la laguna homónima.
Leyendo los relatos de quienes habían hecho ese track por primera vez, obviamente de casualidad, ellos habían entrado por el norte y salido por el sur. No había ninguna advertencia que por el sur no se podía entrar y por el norte era muy difícil salir.
Nosotros tuvimos que enterarnos de esto in situ, ya que elegimos entrar por el sur, cosa que no pudimos y al otro día salir por el norte, cosa que se complicó bastante.
Pero hecha la experiencia en campo, podemos asegurar que para conocer esta laguna que queda en territorio Chileno, hay que entrar por el norte y salir por el sur.
Llegamos a la Laguna Escondida con buen horario para armar las carpas.
Había bastante viento, típico de la cordillera, que entra del Pacífico después de las 17.00h.
Así que pusimos las camionetas en fila para frenar un poco la ventolera y probar cenar algo.
Guille armó unas pizzas para Marcela y Tadeo; Pablo y Andrea venían picando dentro de la camioneta así que después de armar la carpa, se recostaron y Tony y Sandra venían pagando un peaje muy caro por la altura.
Si bien tenían a disposición el oxígeno que llevamos, Tony no retenía ni un vaso de agua, así que también se acostaron a tratar de reponerse para el día siguiente, en que buscaríamos una entrada nueva a Pampa de los Bayos.