Salimos esa mañana de Vinchina hacia el noreste. Un camino que empieza muy tranquilo pronto se introduce en el cauce del Río Grande del Valle Hermoso y se puede apreciar el cambio de terreno producto de las grandes lluvias de los días anteriores, que nos sacan constantemente del track, obligándonos a buscar continuamente nuevas opciones.
Un recorrido hermoso que pone a prueba tanto a las camionetas por las dificultades de las piedras y coirones como a los pilotos, buscando opciones de paso ya que el track es imposible de seguir. Por lo que es necesario ir buscando la opción más viable en cada momento del recorrido.
Pasamos un abra que nos introduce en Catamarca y pocos kilómetros más adelante doblamos al este por el cauce del río La Troya, que no tarda en encajonarse, coincidiendo con las últimas luces del día.
El río encajonado La Troya, se tornó mucho más interesante cuando la luz sólo fue la proporcionada por nuestras camionetas. Un cuantos lugares con derrumbes nos obligaron a bajarnos de las camionetas y buscar con las linternas por dónde trepar las piedras para esquivar los obstáculos.
La parte encajonada de este río no era de más de ocho kilómetros, pero nos llevó casi dos horas recorrerlo y gracias a que no tuvimos ningún problema ni mecánico ni de accidente con las camionetas.
La idea era llegar al arco de entrada de Fiambalá para hisoparnos por el Covid 19 antes de las 23:00 hs y poder alojarnos en el Terebinto de Luisito, nuestro gran amigo que siempre nos recibe en esa ciudad.
Estábamos a dos kilómetros de la ruta y a quince kilómetros de arco cuando captamos señal y lo llamamos a Luis para que avisara en la entrada que llegaríamos aproximadamente a las 23.10 hs. y que por favor nos esperaran para hisoparnos.
Finalmente llegamos a las 23.07 hs al arco de entrada a la ciudad, sin poder festejar la hermosa travesía que acabábamos de realizar, para poder cumplir a tiempo con el protocolo impuesto. Cuando arribamos a dicho lugar nos para un policía de guardia, nos hace correr para hacerle lugar a una ambulancia que se retiraba del lugar explicándonos luego, que ésa era la que nos iba a hisopar pero que se había marchado pues ya había concluído el horario de trabajo de la enfermera.
Ante esta situación y la posibilidad de tener que esperar en la ruta hasta las 9:00hs del día siguiente para poder ingresar al pueblo, llamamos a Luis que habló con la secretaria de turismo, la cual después de casi dos horas logró que la directora del hospital Municipal viniera en persona a realizarnos los tests.
Aproximadamente a las 2.30 am llegamos al Hostal, bajamos las cosas y nos fuimos a dormir cansados y satisfechos después de un día muy largo y de haber realizado una hermosa, intensa e inolvidable travesía.
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