Dicen los que saben que ..."Lo que no te mata, te fortalece"...
La noche que pasaron en la carpa Pablo, Andrea y Zari cerca del puesto Gutierrez fue un verdadero pandemonium de la naturaleza.
Una tormenta eléctrica hasta las 3.00 am aproximadamente que hacía que la zona se iluminara como si fuera de día, con los increíbles rayos a los que acompañaban tremendas explosiones de los truenos. Parecía que todo estallaría de una vez dejando pequeños fragmentos del lugar, incluyendo carpa y camioneta.
Sabíamos que Jorge y Elena debían estar pasando por lo mismo, estábamos a apenas a unos 15 km de distancia de ellos; pero en ese momento, la única preocupación y el principal objetivo de los 3, era seguir adelante al día siguiente y llegar a Belén para encontrarnos con Tony, que ya con conocimiento absoluto del problema, a través del teléfono satelital que llevábamos, había organizado el rescate y viajaba con Leo el mecánico, para Catamarca.
Por la mañana, levantamos campamento y a las 8.10 am, y con la compañía de Sergio, nos adentramos en la peor parte del recorrido que debíamos hacer para llegar al paso del Colifa, ubicado a 4.850 msnm.
Teníamos la suerte de que Sergio y su perrito nos acompañaran, lo cual me hacía sentir menos tenso y responsable de por dónde eligir pasar aunque claro , no siempre la Toyo podía circular por donde el can y Sergio caminaban.
Después de andar bastante llegamos a una elevación, las llamadas "las piedras blancas": dos rocas enormes de color grisáceo a las cuales Sergio había bautizado. Nos deja allí, dice que hay que bajar hasta el arroyo de nuevo, cruzar y subir al filo para volver a bajar más adelante y seguir derecho hasta la trepada del abra.
Nos despedimos de Sergio intercambiando nº de teléfono y con la promesa de comunicarnos en cuanto pudiéramos y en cuanto él viajara a un sitio donde tuviera señal.
La realidad nos llevaría a necesitar de nuevo la valiosa ayuda de Sergio.
Bajamos como nos indicó después de algunas vueltas hasta el arroyo.
Las marcas para atravesarlo se encuentran por por todos lados. Zari, sugiere un paso más a la izquierda, pero Pablo, ya ubicado sobre el track, decide encarar el de la derecha.
Conclusión: "Hay que hacerle caso a los hijos".
Después de luchar un par de horas con el malacate y las planchas para seguir trepando infructuosamente, llegó Sergio con su perrito, y nos comentó que supuso que estaríamos en problemas, porque no nos vio por el filo. Él se quedó observando el filo de la montaña por donde nuestra silueta debía aparecer y al pasar las horas y no vernos se dio cuenta de que algo nos lo impedía.
Así que manos a la obra, y entre todos nos dispusimos a mover la gran piedra que además de abollar el guardabarro trasero derecho de la Toyo, nos tenía atrapados en subida y contra ella y no nos dejaba salir para pasar al otro lado e intentar la gran trepada por la izquierda.
Una vez movida la gran piedra, la cual logramos girar y correr ayudándonos de la barra fija y las planchas, palanqueando y descalzando piedras más pequeñas que luego apilamos haciendo un puente, y utilizando luego las planchas pasar, logramos sacar la Toyo marcha atrás atrás y ahora sí, encarar por donde había sugerido Zari, un traspié de más de 3 horas largas e intensas de lucha.
Ahora sí, nos indica Sergio, subir para volver a bajar más adelante a cruzar el arroyo y ya buscar el abra conocido como el paso del Colifa.
Nos volvimos a despedir, siendo esta vez la última que nos veríamos en este viaje.
Tomamos una buena altura, y avanzamos con una fuerte pendiente hasta el final del arroyo, bajamos por entre mallines de la vega y encaramos para el abra.
En esta ocasión, tal vez distraido en su afan de no golpear contra ninguna piedra pues todas era muy grandes, Pablo encara con la Toyo buscando la salida, pero a mitad de la trepada se da cuenta que se está alejando del track.
Como la camioneta viene trepando bien a pesar de la gran pendiente y aunque el terreno es hostil, sigue buscando el filo para desde allá, reunirse con el track originario.
Faltando escasos 50 mt, la Toyo no puede con el terreno blando, con piedras y una pendiente de no menos de 27º.
Así que tratando de acomodarla un poco para carretear y tomar envión, la rueda delantera golpea una piedra y se eleva unos 60 cm del piso.
Esta fue una señal de advertencia del terreno, que no debía ser desoída por los aventureros y que significó que debían buscar unir el track pero desde más abajo.
Sin descender por completo pasamos a otra elevación pero todavía nos quedaban unos interminables 200 mt para poder unirnos al track, por lo que debemos seguir avanzando en medio de grandes mallines, donde la camioneta podía quedar atrapada. Zari decide ir caminando para relevar el terreno, munida de una botellita de agua para no deshidratarse y eligiendo así las opciones para continuar nuestro paso. Nos encontrábamos a unos 4600 msnm.
Finalmente nos montamos sobre track y con él a trepar el último tramo realizando la camioneta y su tripulación un último esfuerzo.
Nos entusiasmaba y alentaba la idea de pasar a Catamarca por fin por el paso del Colifa y bajar al Volcán Galán ya entrando por Colifalla, un terreno que nos era conocido y sobre todo tranquilizador.
Desde arriba podíamos observar un extenso valle, con algunas vegas, pero que a esta altura de lo vivido, nos parecía una hermosa autopista para salir rumbo a nuestro destino.
Llegamos al Peñón aproximadamente a las 19.40 hs. y a Belén a las 22.50 hs.
Buscamos hospedaje pero una fiesta regional, había completado toda la oferta de plazas hoteleras.
Así que Pablo se comunica con Tony y combinan encontrarse en la madrugada del domingo en Hualfin, en la Hostería Municipal, donde dormirían algunas horas y por la mañana partirían al rescate de Jorge y Elena.