Nos habíamos acostado temprano, después de una cena caliente, hicimos lugar para armar una carpa dentro del gazebo y así tener el lugar para dormir de Tony y Sandra. Noelia dormiría en la SW4 y Andrea y Pablo en la Hilux.
La temperatura descendía rápidamente ni bien se ocultó el sol y el viento del Pacífico sacudía el gazebo tratando de desprenderlo de sus anclajes.
Tony escuchó una camioneta cerca de la medianoche, pero pensó que sería de una minera que siguió de largo.
Por la mañana nos llevaríamos una grata sorpresa.
Ni bien salen de la camioneta ven otro vehículo estacionado a unos 100 metros. Debía ser la camioneta que había escuchado Tony a medianoche.
Se levanta el resto del grupo, sacan la carpa y arman un desayuno de mate bien caliente dentro del gazebo para despejarse de los varios grados bajo cero que están haciendo afuera. El río salado se ha congelado y adentro quedaron unos cuántos racimos de uvas que habíamos dejado para que se laven, ahora bajo una capa de 5 centímetros de hielo.
El viento sigue arreciando, pero ya el sol nos vá dando un acercamiento mayor a 0ºC.
Entonces recibimos la visita del ocupante de la camioneta estacionada que resulta ser el "Pitu" Martínez, con su esposa, Araceli Gonzalez y su caniche Canela.
Rápidamente nos comenta que venía siguiendo nuestro rastro desde ADLS. Qué había dejado atrás al grupo de Eduardo en una travesía que estaban haciendo por el paso del Colifa por problemas en el combustible de su TLC, y que enterado de nuestras intenciones, nos empezó a seguir para hacer juntos el intento de llegar a Corona del Inca por el oeste.
Ya sabía que casi lo habíamos logrado en el 2016 y le pareció una buena oportunidad para hacerlo con nosotros.
Cabe destacar que el "Pitu" se mueve sin GPS, es un baqueano de los que siguen huellas, y encara para los desafíos, "venteando" y observando el paisaje.
Así que mientras él seguía intentando despejar el circuito de combustible de su camioneta sacando el filtro y probando destapar los ductos, nosotros nos dispusimos a terminar de levantar campamento.
El viento que no daba tregua, obligaba a situaciones extrañas para que el gazebo no saliera volando.
Terminado de levantarse el campamento, sincronizamos nuestra frecuencia de radio VHF para estar comunicadas las tres camionetas y encaramos la cuesta pedregosa que sorprendentemente, tenía bastante hielo a los costados y mucha piedra grande suelta que lo que recordábamos del 2016.
La camioneta del "Pitu" sigue con problemas para levantar vueltas, y si bien experiencia y muñeca le sobran, le faltan RPM para las trepadas en las piedras que vamos haciendo. Paramos para pasarle algo de combustible de mejor calidad, para tratar de "despertar un poco a la TLC" Si bien la inyección mecánica anda mejor con el diesel común, ahora probamos esto para intentar una dosis de "adrenalina" y que pueda remontar mejor.
Volvemos a andar, la TLC de a momentos llega a las 2000 rpm, pero por momentos no supera las 1300 rpm, así y todo seguimos avanzando.
Llegamos al lugar que en el 2016 después de tratar pasar por el medio de un grupo de penitentes y tener un par de accidentes, terminamos esquivando por abajo, donde el cruce de un río congelado nos dejó posicionados para seguir adelante sin problemas con el track, ahora, que encaramos directamente a cruzar más abajo, nos encontramos con una larga fila de penitentes que nos siguen desviando al norte, alejándonos de poder remontar el track y seguir adelante.
Después de haber remontado una grieta hasta los 5300 mt y encontrar el lugar para pasarla, el grupo festeja y se prepara para seguir adelante. Tienen que bajar a una pampa que desde arriba, se ve perfectamente transitable.
Pablo baja primero dejando a Tony arriba, mientras que Pitu espera del otro lado de la grieta, por si algo no nos permite seguir, no tener que hacer semejante trepada con la TLC herida, que no levanta más de 1200 rpm., en vano.
Lo que encuentra a poco de empezar a bajar es un desastre. El terreno, muy parecido a los arenales de Campo de Piedra Pómez, parecen olas de arena que obligan a circular de costado, surfeandolas.
Pero lo peor, abajo hay grietas que cruzan todo el campo y en las profundas grietas, penitentes por todos lados.
La desazón acompaña este momento, se ha avanzado la mitad que en el 2016, y es imposible rodear esta barrera.
Hay que volver a trepar, salir por el hueco de la grieta de los 5300 metros de altura y volver donde quedó la TLC, para desandar camino.
En la foto de abajo, se aprecia la huella dejada por la Hilux, cuando bajó a inspeccionar, y lo liso y tranquilo que se ve de arriba, no tuvo nada de parecido cuando enfrentó la realidad.
El Pitu, como buen baqueano, razona de regreso, que para qué remontar ese cerro lleno de piedras y bajar al río si se puede bajar al río desde acá y unirse al track más adelante...
Así que encuentra una bajada de deshielo y literalmente tira la camioneta por allí, haciendo que el resto lo siga.
Se pudo bajar sin mayores inconvenientes, pero durante algunos momentos, le debieron arder bastante las orejas, porque la TLC, más corta y con bloqueos, se deslizaba mucho mejor que las otras dos camionetas, que terminaron tensando la bajada.
Una vez abajo, reagrupamos y fuimos por el río de donde habíamos venido.
Ya de nuevo junto al río Salado, giramos al sur y encaramos para la RN76, aunque nos desviaremos por un viejo track que nos llevará hasta el Volcancito.
Acá nos despedimos por el momento del Pitu, Araceli y Canela, ya que su camioneta sigue con problemas de levantar rpm y todavía falta mucho hasta Vinchina, donde piensa desarmar el tanque principal y revisar qué lo estaría tapando.
Nosotros nos vamos metiendo al oeste en busca del Volcancito, por un track que muchas veces se pierde en huella por lo poco usado en los últimos años.
Dejamos este hermoso lugar y nos vamos en busca de la RN76. Ya por una huella mejor marcada y obviamente más utilizada.
Ya desde la ruta, nos comunicamos con el Pitu que está demorado en el puesto binacional de Barrancas Blancas.
Por supuesto, cuando llegamos, mencionamos el aviso de salida de las camionetas desde Fiambalá, que el oficial a cargo se comprometió en enviar, pero que como suponíamos, quedó en la intención.
Así que como el sistema se apaga a las 17.30 hs, para seguir adelante requerimos de la buena voluntad de la gente de migraciones, de gendarmería y de AFIP. para poder continuar.
Por el lado chileno, no tienen problemas ya que confirman con nuestros tracks, que no venimos de su país. Así que ellos se retiran y nos quedamos haciendo el papeleo para el lado argentino.
El Pitu termina con lo suyo y sigue viaje a Vinchina, aprovechando que va en bajada, para tratar de reparar el problema al otro día, llegando a la noche al "hospedaje de Yoma".
Nosotros, al otro día, queremos hacer Corona del Inca, por el lado tradicional, así que nos parece conveniente, quedar a dormir en los dormitorios de Gendarmería Nacional, para lo que pedimos permiso al oficial a cargo.
Permiso que nos es denegado, aludiendo a que esos dormitorios, son solo para casos de emergencias.
Con mucha bronca, después de la exhaustiva revisión de las camionetas por los agentes de AFIP. que incluyó el vaciamiento de la SW4 de todos sus bolsos, implementos de camping y hasta la revisión de la guantera, nos vamos en busca del refugio Veladero, que por suerte se encuentra en muy buen estado y es rápidamente adaptado para pasar la noche. Al día siguiente saldríamos desde allí para Corona del Inca.