El día anterior fue de relajación, una buena comida a la parrilla regada de ricos vinos, bajo la añosa sombra de un pino al fondo del Terebinto, justo donde crecen los viñedos de más de 80 años de antigüedad, plantados por su tío y ahora cuidados y trabajados por Luis.
Así que arrancamos el 22 de enero, despidiéndonos de nuestro amigo Luis, y saliendo para La Coipa, en la RN60.
Cabe destacar que el 21 de enero, día de descanso del grupo, fuimos a Gendarmería donde quisimos reportar lo mismo que hicimos en Antofagasta de la Sierra: la cantidad de vehículos, los integrantes y dejar constancia que a lo largo de toda la travesía siempre íbamos a estar en territorio Argentino, por lo que no tendríamos nunca que realizar trámites de migraciones ya que nunca saldríamos del país. El oficial que nos atendió en la vereda, mientras regaba el pasto del lugar, nos dijo que después él se hacía cargo de avisar a Barrancas Blancas, en La Rioja.
Le insistimos que tomara nota de las patentes de nuestros vehículos y los DNI de los que viajábamos, pero fue en vano, ya que sólo nos dijo que no habría problema, que él iba a reportar la ida de las dos camionetas.
Nos fuimos poco convencidos, y un par de días después esto nos traería algunos inconvenientes.
Con el camino así trabajado, pronto llegamos al abra. Los viejos atajos se complican por el paso de la niveladora que acumula tierra a los costados, haciéndolos prácticamente impasables.
Al ritmo que venimos, pronto dejamos atrás la laguna Los Aparejos para encarar la subida antes de la Laguna Azul.
Dejamos ahora la ventosa Laguna Azul, para trepar hasta el balcón del Pissis.
Después de un buen rato de tratar que nuestras cámaras puedan documentar algo de lo que sentimos al contemplar ese imponente paisaje que se abre delante de nosotros, nos vamos del Balcón del Pissis para bajar a la Laguna Negra.
La vamos a rodear por el sur hacia el oeste, pasando por la vega que la nutre.
Entramos inmediatamente a Valle Ancho, para después seguir por el cauce del río homónimo.
Desde Valle Ancho se aprecia la magnitud del Pissis, imponente, intimidante.
Nos vamos metiendo por el cauce del río Valle Ancho y lentamente girando al sur pero avanzando al oeste, para ir a encontrar, después de pasar por algunos derrumbes de la huella minera, al río Salado.
Pasamos a La Rioja, y llegamos bordeando el río Salado, al lugar donde acamparemos, para encarar al otro día el ascenso al Volcán Corona del Inca por el oeste.
Ya lo habíamos intentado en el 2016 con bastante oposición de los penitentes y un par de roturas en una camioneta que nos hicieron desistir.
Ahora trataríamos de completar el track y bajar a Vinchina por la ruta tradicional.