La mañana del 20 de enero, comenzó un poco más tarde de lo acostumbrado para el grupo de Amigos4x4. Habíamos llegado tarde el día anterior, y trabajado con las camionetas mucho durante todo el día, así que decidimos descansar un poco más y salir después de las 10.00 am de la Hostería Municipal de Antofadasta de La Sierra.
Por la rp 43 al sur, llegamos al desvío para el Campo de Piedra Pómez, antes del Peñón, y nos metimos por un camino que está tan roto como hace ocho años cuando lo visitamos por primera vez.
Ni bien encaramos al oeste, se impone la figura del volcán Carachi, cual sombrero de ala ancha, debido a la colada de lava volcánica que lo rodea.
Seguimos hacia el sur, los médanos a nuestra izquierda y el campo de piedra pómez de frente.
Pronto estamos llegando al estacionamiento indicado para poder visitar el campo a pie dejando los vehículos.
Estacionamos las camionetas y salimos a caminar por ese paisaje tan peculiar que siempre nos transporta a través de nuestra imaginación, a otro planeta.
Un paisaje tan especial como alucinante, al cual siempre le dedicamos una buena parte del día para recorrerlo y registrarlo con nuestras cámaras.
Nuestro recorrido seguiría para Fiambalá para lo cual faltaba bastante y hacia el sur veíamos algunas nubes y como cuando bajemos de la cordillera de San Buenaventura, debemos realizar casi noventa vadeos del río Papas, emprendemos rápidamente, la marcha para atravesar algunos campos de arena y llegar hasta la subida a la cordillera mencionada.
Un paisaje tan hermoso como siempre, pero un camino muy maltratado por las recientes lluvias, nos obliga a conducir con la vista fijada y concentrada, exclusivamente en el desfiladero, dejando el trabajo fotográfico a las acompañantes.
Grandes piedras y profundas cárcavas, nos hacen esquivar de un lado al otro del estrecho paso, durante todo el trayecto.
Con mucho cuidado terminamos de recorrer la Cordillera de San Buenaventura, bajamos al pueblo de Las Papas y seguimos adelante vadeando incontables veces un río que estaba con bastante caudal y que en esta oportunidad, se transitaba mucho más por su cauce.
Terminamos los vadeos, con un río que crecía constantemente y volviendo por Palo Blanco, Saujil, llegamos a Fiambalá, a parar en lo de nuestro querido amigo Luis de hostal El Terebinto.
Al día siguiente, nos tomaríamos un descanso para aprovechar a lavar ropa, cocinar algo en el "chulengo" y degustar buenos vinos, veníamos de muchos días duros de travesía y necesitábamos un poco de ello.