Esa mañana mientras algunos preparan el desayuno otros levantaron el campamento.
Salimos con muy buen clima para Socompa, donde visitaríamos la Estación de Tren y el puesto de Gendarmería, para volver pasando previamente por la laguna y virar a la derecha en busca de la base del volcán Llullaillaco, la "montaña sagrada" para la cultura Inca y dónde se encontraron hace algunos años las famosas momias a 6600 mts, tan perfectamente conservadas.
Paramos un rato a la vera de la huella de la laguna Socompa para improvisar un almuerzo y seguir hasta el paso internacional. Alli, se acerca un vehiculo de Gendarmería Nacional, que venía de aprovisionar agua potable de una vertiente cercana a la laguna.
Sobre la ladera del cerro, los vagones descarrilados de aquella trágica formación, siguen recordándonos de lo cuidadosos que hay que ser en la altura, sobre los filos y cuando de nieve se trata.
Ni bien viramos al sur, para la base del Llullaillaco, se pierden las huellas en las piedras y avanzamos por el track del gps.
Ya en la base del Llullaillaco, encontramas una granada (creemos que de humo), que dejamos en el lugar, ya que no tenemos los conocimientos como para manejar semejante artefacto. Desde donde estamos, parece que pudiéramos tocarlo con solo estirar nuestras manos.
Después de unos minutos de disfrutar del increíble paisaje, comenzamos a descender al salar homónimo.
Seguimos rodeando el salar, siempre bajando al sur, hasta encontrar la huella que nos llevaría a Mina La Casualidad, rodeando el salar Río Grande, donde armaríamos campamento en la iglesia y dormiríamos las tres noches siguientes para poder realizar varios recorridos por la zona.
Llegamos en buen horario a Mina La Casualidad, y armamos el campamento con suficiente tiempo como para preparar un cena inolvidable.