Nos levantamos, habiendo descansado espléndidamente en el hospedaje en que nos habíamos alojado.
Allí nos prepararon un buen desayuno y después de cumplir con la rutina de cargar las camionetas, nos despedimos de los dueños del lugar y nos dirigimos hacia el salar.
Se aprecia una pequeña rampa y luego....parece que nos arrojáramos desde un avión, no sabiendo si es cielo o suelo....
Siguiendo con la manera de exploración que tenemos, mandamos la Hilux de Pablo adelante y estamos atentos al resultado, para actuar rápido si la situación lo torna necesario.
Ya dentro del salar, avanzamos por un nuevo track que vamos creando, en diagonal a las líneas de circulación de Viajeros, que nos llevará directo a la Comunidad Colchani, prácticamente al terraplén de salida del hotel de Sal.
Casi llegando al terraplén de salida, la Hilux de Pablo entra en un sector completamente anegado y con mucho barro por debajo de la sal. Por radio alerta al grupo para que no ingrese a ese sector.
En 1º y a 3500 rpm continúa los siguientes 100 mt, hasta que el terreno vuelve a tomar consistencia y puede subir al terraplén.
Por suerte fue solo un susto que llenó de excesivo barro los bajos, pero que al igual que las otras tres camionetas, tenía por destino final dirigirse a un lavadero.
Después de la vista de los dos hoteles de sal: el viejo y el nuevo, pasamos por Colchani y enfilamos hasta la ciudad de Uyuni.
Primero buscaríamos un lavadero y también un taller para arreglar el alternador de la Toyo de Kiko.
Dimos con un lavadero que en ese momento estaba desocupado, así que entramos las cuatro camionetas y mientras las lavaban, nos prepararon en el bar un almuerzo de sopa y guiso.
Después del almuerzo y lavado de camionetas, las mujeres se fueron al centro a hacer algunas compras, mientras los muchachos nos quedamos a arreglar el alternador en un taller que ya habíamos contactado.
Aquí nos ocurrió algo que gracias a la precaución de Tony, nos salvó de romper tres motores y lo relatamos especialmente para que sirva de experiencia para otros y sepan tomar los recaudos pertinentes.
La carga de bidones de combustible está prohibida en Bolivia, por lo menos a los extranjeros. Mientras nos lavaban las camionetas, le pedimos al encargado del lavadero si nos podía mandar a cargar 3 bidones de gasoil para las 3 Toyotas y con eso llegar tranquilos a La Quiaca.
El hombre, con muy buena voluntad, nos explica que apenas 5 litros les cargan en bidón, pero que él llevaría su camión a cargar y después nosotros lo pasábamos a bidón dentro del lavadero con manguera.
Nos pareció perfecto, así que cuando regresó fuimos sacando el combustible del tanque a los bidones y cargándolos en las camionetas.
Cuando Tony se acerca a Luquitas que le sostenía el bidón mientras cargaba el combustible en su camioneta, ve un color extraño. Detiene inmediatamente el motor de la misma (estaba inflando cubiertas), y examina el combustible de un color amarillento, casi transparente. Lo huele y le dice a Lucas: ..."avisales que no le echen los bidones, esto no es GASOIL, es NAFTA"...
Lucas entra corriendo al lavadero para tratar de detener a Pablo y Kiko, pero ya era tarde, los bidones se habían vaciado dentro de los tanques de combustible de las Toyotas.
Así que, confirmado el involuntario error "semántico", el encargado entendió por "gasoil", "gasolina", así le llaman ellos a la nafta, y nosotros deberíamos haber pedido "diesel", procedimos a vaciar los tanques de las tres camionetas.
Ante semejante percance, nos enteramos que el 95% del parque automotor en Bolivia funciona con gasolina (nafta) y el diesel, sólo utilizaban muy pocos vehículos. Todas las Toyotas TLC que vimos transitar tanto por la zona del Parque Nacional Avaroa y por Uyuni, eran nafteras.
Un sexto sentido prendió la alarma en Tony, y gracias a eso salvamos de romper los tres motores en ruta.
Finalmente y por suerte lo del alternador de Kiko se resolvió con sólo cambiar los carbones, los cuales tanto el tiempo como la ayuda del salar, habían hecho casi desaparecer.
Arreglado el alternador de la Toyo y con las chicas de nuevo en las camionetas, partimos rumbo a Atocha.
Si bien la idea al principio era llegar a Tupiza, la reparación del alternador y "la confusión" con el combustible nos habían retrasado varias horas, lo que nos haría recorrer esa ruta de noche. Y además ya nos habían advertido que estaba en reparación y construcción, con muchos vehículos y gente trabajando y muchos cortes y desvíos.
Así que buscamos un lugar donde dormir en Atocha, y dejamos para recorrer la mañana siguiente, esos 100 km hasta Tupiza.
Esto sin sospecharlo, fue una excelente decisión, ya que la ruta resultó ser un verdadero sueño, con todos los peligros de una ruta en altura y en construcción, muy mal señalizada, pero de una belleza que no se compara con nada de lo visto hasta el momento, o mejor dicho, reunía un poco de lo mejor de cada paisaje ya conocido.
Hubiera sido imposible recorrerla de noche por la falta de señales y la cantidad de cortes que tiene, y un sacrilegio no poder disfrutarla de día por su increíble belleza.