En la mañana del 17 de enero, apuramos los desayunos en los respectivos departamentos del hostel y luego de acomodar las camionetas, partimos rumbo a Calama.
La idea era llegar temprano, lo que nos daría la posibilidad de visitar el shopping, para beneplácito de muchos y "muchas", y luego seguir camino a San Pedro de Atacama recorriendo antes el Valle de La Luna, el gran médano y si el clima y el tiempo lo permitían, el Valle de La Muerte.
Salimos por la ruta 5 hasta el desvío por la 25 a Calama.
Gran actividad minera, muchas formaciones de trenes de carga y las montañas cortadas perfectamente para la utilización de los minerales y su traslado.
El paso por Calama, no quedó registrado en nuestras cámaras fotográficas pero sí, mediante la tarjeta de crédito en nuestras cuentas bancarias.
Retomamos la ruta, ahora la 23, y cruzando grandes campos eólicos, enfilamos para el desvío de la 23 y la B 241 para el Valle de la Luna.
Grande sería nuestra decepción cuando nos encontramos frente a una barrerra con candado que nos imposibilitó seguir por el camino.
Supusimos que sería una maniobra para que, yendo por el camino "oficial", pagáramos una módica entrada la cual si llegábamos por detrás, no la podrían cobrar. Pero nos explicaron que era por las grandes tormentas que el camino de cornisa se había tornado peligroso y así se evitaban posibles accidentes.
Volvimos a la ruta y llegamos al mirador, desde donde además de apreciar gran parte del Valle de La Luna, pudimos ver la tormenta de viento y tierra que atravesó San Pedro de Atacama.
También en el mirador, nos encontramos con parte del grupo de motociclistas españoles con los que habíamos platicado en Maricunga.
Conseguimos hospedarnos en un hostel en Caracoles 100, así la calle y el nombre del mismo. Era manejado por Alicia y Edgardo, los cuales hicieron cuánto estuvo a su alcance para que nos acomodáramos bien y lo pasáramos de lo mejor.
Cenamos en el hostel lo que prepararon nuestras mujeres, y nos fuimos a dormir. Por la mañana nos esperaban nuevas aventuras.