Después de dormir en las camionetas en la playa de estacionamiento de una Copec con servicios las 24hs, nos preparamos unos mates con galletitas para desayunar y buscar un taller que nos solucionara un problema en la bomba de combustible de la Nissan, que el día anterior había puesto en alerta a su conductor.
Buscamos un taller que finalmente pudo sacar la bomba, realizarle una buena limpieza y volverla a armar, dejando a la XTerra, nuevamente en carrera. Durante ese tiempo Tony aprovechó para cambiarle los zapatos a la SW4.
Salimos cerca del mediodía, dejando atrás las dunas de Copiapó para una próxima visita pues queríamos llegar a puerto Flamenco para comer en algún bar de la playa, pescados y mariscos.
La ruta 5 es una ruta minera, montada sobre un terraplén que en algunos lugares tiene unos 10 metros de altura, y por lo cual al ser frecuentemente transitada, la transforma en una ruta muy peligrosa. Al no poseer casi nada de banquina y con la gran altura del terraplén, suele ser motivo de reiterados accidentes que terminan de forma trágica.
Una muestra de ello son los continuos altares recordatorios (en el lugar del accidente) con nombre y apellido que suponen la última morada para las almas de las víctimas, donde frecuentemente hay familias completas, verdaderos mausoleos y que nos llaman a la reflexión mientras manejamos.
Llegamos a Antofagasta entrada la noche, conseguimos un hospedaje donde pudimos guardar las camionetas, cenamos utilizando las latas que llevamos y nos fuimos a dormir para descansar del largo día que habíamos pasado.