Día 3: Tolar Grande- Laguna Socompa-Mina La Casualidad  269KM


Un hermoso amanecer nos recibe en Tolar, esperamos a las 8.00 hs. que abriera la Municipalidad para pagar nuestro hospedaje, mientras terminamos de cargar las camionetas para salir hacia Socompa y su laguna homónima. Enterada de nuestro viaje, se acerca una mujer vestida de campamentista, y se presenta como María Eugenia Farías, cintífica Tucumana, y 1º exponente en el mundo sobre el tema de los "estromatolitos", descubridora de los mismos en Laguna Diamante (volcán Galán), en Ojos de Mar (Tolar Grande), Laguna Socompa (nuestro destino del día) y en Chile, en el salar de Atacama.

Nuestro asombro y admiración crecía conforme nos comentaba de su actividad planificada para ese día en la Laguna Socompa, a donde llevaría a un bioquímico y un geólogo francés e inglés respectivamente, pero que era su 3º intento por lograrlo, ya que el clima y desperfectos mecánicos, habían hecho abortar los 2 intentos anteriores.

Gustosos le ofrecimos nuestro apoyo, por lo que confiada, salió para la laguna, con la promesa de encontrarnos allá para compartir almuerzo.

Una verdadera joya de arquitectura local, la capilla de Tolar Grande.
Una verdadera joya de arquitectura local, la capilla de Tolar Grande.

Salimos por la rp27, y a pocos kilómetros, nos internamos en el salar de Arizaro, que según reza el cartel, es el más grande de Argentina con sus 1600 km cuadrados de superficie, mientras que el salar de Antofalla, ostenta ser con sus 180 km de largo, el más largo del mundo.

A los pocos minutos de abandonar el salar, saliendo de una curva que rodea una elevación que sirve de mirador, nos encontramos con la camioneta de María Eugenia y su comitiva. Habían pinchado una cubierta y el auxilio no era de lo mejor, por lo que se estaban planteando el posible regreso, por 3º vez, a Tolar.

Les ofrecimos, repararle la cubierta con los tarugos, a modo de flecos, que permiten seguir de travesía, sin ningún problema, sin tener que recurrir luego a una gomería.

Así que Walter y Tony, pusieron manos a la obra y en un rato, la cubierta estaba reparada y con el aire ya para seguir el viaje.

Reparamos con un tarugo la pinchadura.

Mientras se reparó la cubierta, María Eugenia, se comprometió a darnos una clase "insitu" cuando nos reuniéramos en la laguna Socompa. Mientras ellos partieron raudamente para realizar las investigaciones planeadas,  nosotros seguimos "paseando" a nuestro ritmo.

Habíamos pensado en principio, relevar el estado de la estación Caipe, para hacer noche luego allí, pero la pérdida de tiempo por la cubierta y el futuro cambio de rumbo que aplicaríamos al viaje, dejaron para una próxima visita el reconocimiento de la estación abandonada del ramal C14.

Abandonamos la rp27 y seguimos por la rp163, trepando filos que reservaban algunas sorpresas de pequeños desmoronamientos, lo que hacía dificultoso el paso y nos hizo trabajar extra. Desde la altura, la magnificencia del salar de Arizaro que domina toda la región.

Siempre nos acompañan las vías del ramal C14, algunas veces compartimos derrotero, otras, se alzan unos cuántos mts por encima de nuestro camino, pero siempre seguimos el mismo destino final, Socompa.

Claro que no sólo compartimos caminos con las vías, las verdaderas dueñas del lugar, se hacen presentes para el regocijo de los que viajamos.

Estacion Chuculaqui del ramal C14

Un minuto de silencio, ante la tumba de Karl Hillmer, el alemán que fue encontrado helado en ese lugar, habiendo desestimado los consejos de los lugareños que trataron de desalentar su intento por realizar el paso a Chile.

Volcán Socompa de 6051mts

Y finalmente llegamos a la laguna Socompa, el grupo de científicos ya había almorzado y seguían haciendo trabajo de campo, por lo que convenimos con María Eugenia, que almorzábamos nosotros y luego nos daba la charla tan esperada por todos.

Armamos el gazebo que nos había prestado un amigo, Fredy, y almorzamos tratando de protegernos del abrazador calor y los rayos UV que por la falta de capa de ozono en el lugar, buscaban nuestra piel para dejar su mensaje ancestral..." acá no vive la gente"...solo flamencos y "estromatolitos".

Recibimos una clase de unos 20 minutos por parte de María Eugenia, con la posibilidad de ver los estromatolitos en el lugar, por lo cual estamos profundamente agradecidos, ya que nos enseñó algo increíble y pudimos ser testigos de la presencia de vida de más de 3800 millones de años. Para quien quiera interesarse más en el tema, encontrarán mucho en internet con el nombre de María Eugenia Farías.

Desde la orilla, con buen zoom en las cámaras de fotos o binoculares, se aprecia la desgracia del tren descarrilado del ramal C14 frente a la Laguna Socompa.

Para cuando habíamos terminado de levantar el almuerzo y guardado el gazebo, nos planteamos, ya por el horario, si era conveniente volver a Caipe a dormir (plan original), para volver a hacer el camino hasta mina La Casualidad por el Llullaillaco. O directamente, nos dirigíamos hacia el sur, a bordear el salar de Llullaillaco, para acercarnos lo más posible al volcán y seguíamos hasta Mina La Casualidad, sabiendo que llegaríamos ya sin luz de día.

Optamos por esta 2º opción y comenzamos a desandar un track que debe llevar muchos años que nadie recorre, por el pésimo estado de la huella... las pocas veces que encontramos algo de huella.

Volcán Llullaillaco de 6739mts. Aparece al alcance de nuestras camionetas.

Ya atardece, y recién estamos bajando al salar de Llullaillaco, al cual bordearemos por el sur-oeste para bajar ya de noche a Mina La Casualidad.

Después de algunas complicaciones para encontrar la bajada a la mina (lo que produjo alguna marcha atrás por el filo de noche y recorriendo unos 2 km); llegamos a la mina abandonada, y tomamos la iglesia, como centro base, donde armamos las carpas y nos fuimos a descansar, extenuados por el largo día y duro trajín del mismo, pero felices por la riqueza que nos dejó.

Debíamos reponer energías, el 4º día nos llevaría a los 5200 mt, a la Mina Julia, y para semejante empresa, era mejor descansar un poco y preparar el organismo para la falta de oxígeno que el día próximo nos propondría durante gran parte de él.