Nos despedimos de Adela y su gente, y con 2 papeños subidos al estribo de la camioneta de Tony, comenzamos el ascenso a la montaña que ahora nos proponía un desfiladero angosto como el día anterior, pero obstruido en varios sectores por los derrumbes que ocasionó la tormenta.
Avanzábamos 50 a 100 mt y a mano y pala corrían los derrumbes, así estos 2 amigos con nuestra ayuda, en realidad más con la de Tony que quedó haciendo punta nos fueron abriendo camino.
El paisaje que nos ofrecía ahora la cordillera de Sanbuenaventura, con cielo despejado y un sol que iluminaba esas montañas pintándolas en forma mágica para nuestras cámaras fotográficas, era totalmente distinto al del día anterior.
No solo porque íbamos en sentido contrario y con algún que otro derrumbe que despejar, si no, porque esos colores y esas formas, solo parecen producto de algún pintor con mucha imaginación.
Recorrimos así lentamente los 20 km hasta la salida de la cordillera, nuestros amigos papeños, nos acompañaron hasta la laguna Aguada Alumbrera, donde nos juntamos para las fotos, y luego de un pequeño relax, nos despedimos de ellos y encaramos los campos de arena.
Camino ya a la Aguada Alumbrera, la tormenta de la noche anterior había pintado la cordillera con su blanco habitual.
Frente a nuestros ojos aparece la Laguna Aguada Alumbrera. Otro paisaje paradisíaco.
La foto grupal con los Papeños
Nuestro nuevo itinerario nos llevaba de paso por los campos de piedra pomez, al Peñón, desde donde después de varios días sin señal de telefonía, pudimos dar aviso a nuestras familias que estábamos bien, y encargar a las hijas de Tony de dar de baja nuestras reservas en Fiambalá, ya que llegaríamos a Villa Unión por otra ruta. Luego, pasando por laguna Blanca y sus barreales, ya por ruta rp 43, Cuesta de Randolfo, donde de ida había “explotado” el radiador de Alberto, Quebrada de Indalecio, con el paso cuidadoso por Villa Vil y el cruce del río que dá nombre al lugar, que se encontraba con mucho más caudal que de ida.
Llegamos al Peñon.
Seguimos bajando al sur hasta Las Puertas de San José, un hermoso recreo a 11 km de Belén, donde paramos a pasar la noche y el día siguiente, dándoles a todo el grupo, y principalmente a los chicos, un día de relajación y bajada de rpm, también pudimos festejar el carnaval a toda espuma, para encarar el último gran premio de este viaje que nos quedaba, Corona del Inca, en La Rioja.
Al otro día, salimos por Belén, Chilecito, Cuesta de Miranda y entramos a Villa Unión a la tardecita, donde nos alojamos, para encarar al otro día el último gran premio de este viaje, Laguna Brava y la frutilla del postre, Corona del Inca.
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